Novak Djokovic entró en el selecto grupo de tenistas que ha perdido un partido sin que se escuche el “game, set and match” de todos los finales. Tras la insólita situación que se vivió en el US Open 2020, al cual le cabe el mismo calificativo, repasamos otras descalificaciones memorables de la Era Abierta.
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La jueza de línea mira a Djokovic aterrada luego de recibir su
pelotazo y caer aparatosamente al suelo. Foto: Getty
Images.
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Ver vacía la inmensidad del estadio Arthur Ashe en el Billy Jean King National Tennis Center mientras se juega un partido del Abierto de Estados Unidos, es extraño. Sin embargo, no lo es tanto como ver salir a Novak Djokovic antes que su rival, con el marcador 5-6 y tras una hora de juego. La acumulación de un pelotazo al cartel lateral, una dura caída al cemento azul del court central y la pérdida del servicio tras haber podido llevarse el parcial dos games atrás, derivó en un simple tiro de espaldas con swing suave que impactó en el cuello de una de las juezas de línea ubicada en el fondo de la cancha. Tras esa acción y una larga deliberación por parte de los oficiales del juego, se determinó la primera descalificación de un número uno del mundo en la historia del tenis.
Los antecedentes semejantes escasean. El más cercano en cuanto a tiempo y a la relación de los hechos, aunque no en cuanto a imprudencia, es el del Denis Shapovalov en la Copa Davis 2017. En el quinto punto de la serie de octavos de final entre Canadá y Gran Bretaña, en Otawa, el canadiense caía 2-0 en sets ante Kyle Edmund (hoy coacheado por el argentino Franco Davín) y en el 1-1 del tercer parcial, cedió su saque. La poca madurez de sus 17 años, sin dejar de lado su gran nivel, le hizo revolear un pelotazo que buscaba el punto más lejano del estadio, pero que se encontró con un obstáculo y fue el ojo izquierdo del juez de silla que, tras recomponerse, dio por finalizado el partido y la serie quedó para los británicos.
Entre los que involucran a jugadores argentinos, se encuentra la final del
ATP 250 de Estambul que enfrentó a Diego Schwartzman y
Grigor Dimitrov en 2016. Luego de una remontada del Peque en el
segundo set que frustró su victoria, el búlgaro comenzó a descargar su
bronca con “abuso de raqueta” (lo que en su caso fue destrozar unas cuantas
contra el polvo de ladrillo). En el 5-0 del tercer set, cuando solo faltaba
un punto para terminar y ya no tenía más ganas de jugar,
azotó con una de sus Wilson a otra que estaba colocada en
diagonal contra su banco, como quien pone una madera para partirla a la
mitad con el pie. El juez lo penalizó por última vez, lo que le costó el
partido y le dio el primer título a Schwartzman que, frente a la rareza de
la situación y a la felicidad del hecho, no supo cómo festejar.
En 2012, David Nalbandian alcanzó la final del torneo de
Queen’s que antecede a Wimbledon. El Rey se encontraba 7-6
arriba y 3-3 frente a Marin Cilic, tenía el partido controlado, pero
perdió su servicio tras una devolución abierta del croata que lo dejó fuera
de la cancha y reaccionó con
una patada al cartel que cercaba al juez de línea de su lado derecho.
La chapa, que publicitaba a Nike, dio en la canilla del line judge, la cual sangró, inevitablemente,
y dolió aún más. El título quedó para Cilic;
la descalificación y todo lo que eso conlleva (quita de puntos y
multa económica), para David, que se retiró al año siguiente.
Una de las jugadoras más respetadas es la aún vigente
Serena Williams. Su prestigiosa carrera la posiciona como
una de las mejores que ha visto el circuito femenino. Además, los
años también le han dado ciertas actitudes que la caracterizan cuando se
encuentra abajo en el marcador. En el US Open 2009, esas “mañas” se
le fueron de las manos o, por qué no, de la boca. En la semifinal frente a
Kim Clijsters, quien volvió al tenis profesional este año luego de
ser madre por tercera vez, la estadounidense sacaba 4-6, 5-6 y 15-30. Tras
fallar su primer saque a la “T”, efectuó el segundo que la jueza de línea de
su lado izquierdo sancionó por foot fault (falta de pie). Serena,
segunda del ranking WTA en ese momento, miró hacia abajo con los
brazos en jarra por unos segundos, giró 60 grados hacia su derecha y pidió
una pelota. Luego, siguió hasta 120° para que el ball boy le ofrezca
otra, pero antes de que eso suceda
comenzó a increpar a quien la dejó a un punto de perder. Es
inolvidable la imagen de la pequeña oriental corriendo hacia la silla de la
jueza principal para comentarle lo sucedido. Tras el ingreso de los
directores del torneo y una charla con un tono algo elevado, Williams
recibió la sanción equivalente a un punto y, por ende, al partido.
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Serena, desencajada, se descarga contra la jueza que la escucha
desde su silla al costado de la cancha. Foto: Getty Images. |
Por último, el primero en ser descalificado. En la cuarta ronda del
Australian Open de 1990, John McEnroe se enfrentaba con el sueco Mikael Penfors.
Para ese año,
el proceso de penalizaciones pasó de cuatro pasos a tres
(advertencia, punto y partido). La primera para Big Mac (gran apodo,
por cierto) fue por pararse frente a una jueza de línea con la cual parecía
no estar de acuerdo sobre algunas decisiones. No le dijo nada. Simplemente
la miró de manera intimidante mientras picaba una pelota en su
encordado, pero con eso bastó para que el umpire lo sancionara por
conducta antideportiva. La segunda fue por “abuso de raqueta”,
habitual en él cuando se salía de sus cabales (algo que pasaba seguido), y
la tercera, cuando ganaba 2-1 en sets y caía 4-2 en el cuarto, por insultar
cuando se iba a posicionar para seguir el juego luego de una charla con el
juez de silla. Después del partido, el estadounidense declaró en conferencia
de prensa que no sabía sobre el cambio de las reglas.
Si bien algunas actitudes son entendibles por el contexto, aunque no justificables, todas las acciones que puede (o no) realizar un tenista dentro de la cancha, están amparadas en el reglamento. La intención no se juzga, los hechos son concretos. No hay empate ni lugar para la permisividad. El ojo de halcón no duda: la pelota toca la línea o no la toca. Es buena o mala. Reglamentario o antirreglamentario.